Gabriela Reyna llegó a Buenos Aires en el mes de Septiembre desde La Habana, Cuba. Su exploración durante su paso por R.A.R.O, dio como resultado una obra participativa: su cuerpo, en el centro de la sala, cubierto por un gran vestido, invade y se adueña de cada rincón. Reyna es el ojo de un huracán de tela, los pequeños bolsillos operan como momentos de sosiego; son descansos que la artista cubana provee en un torbellino de estímulos.
En la combinatoria del arte textil con la performance, Reyna crea una metáfora visual y reflexiona sobre la opresión que siente la mujer, atrapada en los mandatos sociales. La acción es regulada y modificada por la pisada del espectador y así, de alguna manera, es controlada por ellos. De esta forma, se visibiliza el poder, que tienen los otros hacia el cuerpo femenino. La tela se expande como una gran membrana que inmoviliza a la artista y que nos convierte en perpetradores.