Julián León Camargo
“De las muchas ramitas que florecieron cuando el árbol era un mero arbusto, solo dos o tres, ahora convertidas en grandes ramas, todavía sobreviven y soportan a todas las demás ramas; pero de las especies que vivieron durante períodos geológicos, hace mucho tiempo pasados, muy pocas tienen ahora descendientes vivos y modificados. Desde el primer crecimiento del árbol muchos brazos y ramas han decaído y desaparecido; y estas ramas perdidas de varios tamaños pueden representar órdenes, familias y géneros enteros que ahora no tienen representantes vivos y que conocemos solo por haber sido encontrados en un estado fósil. Igual que a veces vemos alguna rama delgada que se extiende desde una bifurcación en lo alto de un árbol, y que por casualidad ha sido favorecida y está todavía viva en su cima, es por lo que ocasionalmente vemos algún animal como el Ornithorhynchus [ornitorrinco] o el Lepidosiren [pez pulmonado], que en un pequeño grado se conectan por sus afinidades a dos grandes ramas de la vida, y que aparentemente se han salvado de la competencia fatal por haber habitado en lugares protegidos. A medida que los capullos dan lugar al crecimiento de brotes frescos, y estos, si son vigorosos, se ramifican y superan por todos lados a ramas más débiles, y así por generaciones creo que ha ocurrido con el gran Árbol de la Vida, que llena con sus ramas rotas y muertas la corteza de la tierra y cubre la superficie con sus hermosas y siempre bifurcándose ramificaciones.”
Charles Darwin, El origen de las especies
Hace un tiempo di con un dibujo que Charles Darwin había hecho en su libreta de apuntes mientras hacía su expedición por todo el mundo. Se trataba de un bosquejo, una especie de árbol, casi un garabato ha decir verdad. Pero, para mi asombro, comprendí que era la primera vez que el biólogo inglés hacía el diagrama del proceso evolutivo que describía la vida misma en la tierra. Me dije a mí mismo con un asombro que nunca pude disipar, “el árbol de la vida”. A menudo compartía mi asombro con otros, y como nadie parecía comprenderlo (la vida esta hecha así, a base de pequeñas soledades) lo olvidé.
Un tiempo después dando una clase sobre abstracción recurrí al claro ejemplo de Mondrian y su proceso de “esencialización” que al pintar un árbol y limpiarlo de todo lo que “sobra” lo no esencial, le permitió al pintor holandés llegar a sus famosos pinturas de lineas verticales y horizontales y cuadrados de colores primarios. Recordé a Darwin y me pareció divertida la coincidencia, el inglés tratando de diagramar la esencia de la vida dibujando un árbol y el holandés tratando de pintar la esencia de un árbol descubre la esencia de la pintura. Atrapado por esta coincidencia revise los textos de Darwin en el origen de las especies y encontré el texto que antes cité.
Hay algo hermoso en esa idea de que las especies fallidas, las que se extinguen y desaparecen no lo hacen del todo, sino que sirven como sustrato para que surjan las nuevas. Siento que así funciona mi pintura, un montón de capas de pigmento, que cubren otras aparentemente perdiéndose pero completamente necesarias. Un proceso de prueba y error, muy orgánico donde la pintura, así como la vida, se hace camino hasta emerger en la superficie.
No creo que el asunto este de los arboles se trate de un tema o motivo, a lo mucho es algo anecdótico que se perderá en el relato interno y que poco importará, o por lo menos no debería importar, a la hora de pararse frente a las pinturas. Una excusa mejor dicho, siempre ando buscando excusas para pintar ha decir verdad. Es una linda metáfora que nos permite hablar al rededor de la pintura, y es que de la pintura siempre se habla afuera, en el marco.
Julián León Camargo
Julián León Camargo es colombiano residente en Buenos Aires y ha estado un mes en residencia junto a Serigrafía TBC y Biombo.
El 27 de febrero de 2020 realizamos la exposición Ninguna Idea Absoluta en Sala de Máquinas, con la curaduría de Cecilia Medina y donde presentamos las obras realizadas en residencia de Julián León Camargo, Eugenia Bracony, Gastón Andreatta, Javier Tárrega y Jimena Travaglio.
Ninguna Idea Absoluta (texto)